The Shadow Walkers (2005) Mark Steven Grove
Últimamente parece que no tengo suerte con las películas que elijo para ver. Después de “Novatada Mortal”, le llega el turno a “The Shadow Walkers”.
“The Shadow Walkers” es una producción de zombies del año 2005 dirigida por Mark Steven Grove. Es verdad que cuando hablamos de zombies generalmente nos vamos a encontrar con una producción de serie B con poco presupuesto y por lo tanto con escasas virguerías (salvo casos como las actuales “28 Semanas Después” o “Grindhouse: Planet Terror”) pero al menos esperas que tenga algún detalle de interés que justifique, aunque sea mínimamente, su realización. Esta producción es todo lo contrario.
Un grupo de personas despiertan en unas instalaciones gubernamentales sin saber cómo llegaron allí. Se trata de los miembros de un equipo científico altamente secreto que pretende crear soldados perfectos. Dirigidos por el que jefe del proyecto deciden escapar de dicho lugar el cual está lleno de unos seres alterados genéticamente resultado de los experimentos llevados a cabo. A medida que pasa el tiempo, los protagonistas van recuperando su memoria y descubriendo su papel en dicho experimento.
Lo que podemos apreciar prácticamente desde el primer minuto es el escaso presupuesto con que contaban para su realización. Todo en ella es cutre tanto los actores, como los efectos especiales, las instalaciones donde se desarrolla,…lo cual no quita que pudiera tratarse de una producción interesante pero no es el caso.
El guión nos cuenta la típica historia de un grupo de diferentes personas encerradas en un lugar peligroso del que tienen que escapar. El principal problema es que casi no nos presenta a los personajes por lo que no sabemos muy bien por qué están allí. Esto además hace que no nos sintamos identificados con lo que les pasa y nos dé igual si los matan o no. Los diálogos tampoco es que sean para tirar cohetes ya que son los mínimos necesarios para que avance algo la historia. También posee un montón de sinsentidos. Así hay un momento en el que parece que nos indican que las luz les perjudica pero después no vuelven a comentar más el tema. De cárcel es lo del antídoto. Una de las científicas le dice al jefe de seguridad que le comente a Julie (su ex) que el TSC Beta Dos puede currarla porque “propicia la vinculación con el receptor de la membrana celular” (a mi no me preguntéis). El caso es que, hacia el final el de seguridad, que por supuesto se olvidó del mensaje, le comenta a Alice que el antídoto era algo de Beta algo y ella dice “claro, el TSC Beta Dos”. Como si hubiera dicho aspirina.
La trama se desarrolla totalmente en unas instalaciones científicas que deberían estar llenas de laboratorios y aparatos de última tecnología pero nos encontramos con que lo que vemos es una y otra vez lo que parece ser una fábrica abandonada. Lo único relacionado con los experimentos son cuatro camillas y un par de equipamientos químicos que supera con creces cualquier instituto de secundaria.
Los personajes son además de típicos totalmente patéticos. Nos encontramos con un jefe de seguridad que va de duro pero es un pringadillo, unas científicas medianamente atractivas que sabrán mucho sobre ciencia pero hablan como auténticas retrasadas, un malo de opereta de los que se ríen con mayúsculas e inclinando la cabeza hacia atrás (como Douglas Fairbanks cuando se reía en las películas mudas) y un general al que parece que le cuesta pronunciar las palabras. Por no hablar del personaje que se encuentra en la sala de cámaras que se dedica a mirar como intenta escapar el grupo.
Los zombies que son personas a las que nada más se les maquilló la cara y se les puso unas largas uñas postizas, se parecen sospechosamente a los demonios de “Demons” pero mucho más cutres. Encima, una de las bases de las películas de zombies es que nos produzca una sensación de agobio al estar rodeados los protagonistas de un gran número de estos seres. Aquí nos encontramos con uno de vez en cuando en plan “pasaba por aquí”. Casi parece más difícil encontrárselos que escapar de ellos.
Para añadirle interés a la cosa, hay unas cuantas escenas en las que el jefe de seguridad y una de las científicas (su ex) se enfrentan a los monstruos utilizando las artes marciales. Así podemos apreciar otra influencia del guionista. Las películas de mazas cutres de los ochenta. Esas grandes producciones, carne de videoclub, en las que un “maxo” se enfrentaba, con la excusa de salvar al mundo o de rescatar a alguien importante, a unos malvados a golpe de patadas y puñetazos en una fábrica abandonada. Encima, al igual que en sus homenajeadas, hay cámaras lentas que nos permitan apreciar los efectos de esa patada de media vuelta o ese codazo a la mandíbula. Tremendo. Como punto final, los meten (de relleno) unos cinco minutos finales, con la imagen en verde para que nos demos cuenta de que se desarrolla a oscuras, donde unos paisanos vestidos de ninjas se entrenan peleando entre sí.
De la interpretación de los actores no me voy a extender mucho. Parecen sacados de una telenovela barata. O actúan sin ningún interés o de forma totalmente histriónica.
Recapitulando, nos encontramos con una película serie Z, con actores malos, guión absurdo, música heavirola molesta y efectos especiales de representación de colegio. En mi época de chaval (con el VHS) pude ver muchas películas de este estilo e incluso peores pero actualmente mis gustos, sin ser un sibarita, son más exigentes y con una oferta tan amplia considero que es mejor dedicar el tiempo a otras obras más prometedoras. Yo ya no puedo hacer nada al respecto, pero vosotros si. No veáis este engendro.
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